Honrarás a tu padre (y a tu madre también)

Más allá de la politización del drama y del rechazo que el personaje ha despertado a lo largo de su vida por ser una mujer díscola, malcriada y poco simpática, la estampa dolorosa y trastornada de la hija de la Más Grande obedece a su dependencia de machos de dudosa moral y claro interés… en no dar un palo al agua. Es más fácil vivir a costa de una mujer sola, sin padre ni madre que proteja sus intereses, rodeada de buitres que antaño conformaron la guarda pretoriana de su madre. Y una vez muerto el perro, empezó la rabia. Pero la rabia de verdad, porque la niña, supongo que harta de los gorrones que rodeaban a la Jurado y escarmentada por la avaricia y la (interesada) maldad del expicoleto, decidió depositar su confianza (y su vida entera) en la familia que ella eligió (sic), otra guardia pretoriana de aduladores, fideles y terelus que la han acabado convirtiendo en un trapo con melena desectructurada y tatuaje XXL a lo Borja Thyssen style, otro que tal baila, con la diferencia de que su madre todavía vela por sus intereses con mano firme cortando el grifo cuando lo ha creído necesario. Por su bien.

Dicho esto, culpar a la víctima -que lo es de unos, de otros y de todos- porque no ha sabido manejarse sola en la jungla de su vida, es injusto, poco empático y una clara muestra de la crueldad que caracteriza al género humano. Y si convierte su desdicha en un activo, tal y como viene haciendo el padre de sus hijos desde el principio de los tiempos, hace muy requetebién. Donde tal vez se equivoca es en depositar de nuevo toda su confianza en otro maromo con mirada siniestra y obsesión por los juzgados que, a mi juicio, contribuye a alimentar su desesperanza y desolación no vaya a ser que la moza espabile, recurra al láser para deshacerse del espantoso tatuaje y se le acabe el chollo a él también.

¿Y sus hijos?, se preguntará ese ejército de abnegadas, ¡ejemplares madres! que disculpan el ·desliz» de una adolescente echando espuma por la boca cuchillo en mano. Uno, como ella dice con dolor y resignación, es feliz. La otra, abducida por un padre que como mínimo se garantiza(ba) la influencia sobre el tercio de la legítima de dos de sus descendientes, tendría que reflexionar y pedir disculpas por su inadmisible y desnaturalizada conducta. Después, ya si eso, los reproches, la paz y a recuperar lo que se pueda aunque haya que hacer funambulismo entre los espurios intereses del padre y el lógico rencor de la madre.

Mención de honor para los difuntos, es decir, el boxeador y la Más Grande que en Gloria estén (aquí tres Padresnuestros y tres AveMarías que para eso es Domingo de Ramos). Si hubieran dado a su hija valores más sólidos y menos arsaquetoma no habría ido por la vida echándose en los brazos del primer capullo que pasaba delante de sus narices.
Total, que de aquellos polvos, estos lodos.

(Honrarás a tu padre, pero a tu madre también, niña. Es tu derecho ser querida y respetada, pero también es tu obligación)

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Acerca de Obsy

Enladrilladora oficial de la Calcetinería. Un coñazo, pero en tuiter no me dejan pasar de 280 caracteres y aquí sí.

Un comentario

  1. Ualaa!! que ya se echaba de menos no ver esto movido, agradezco «el ladrillo» 😉 , bien expuesto y buen resumen

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